8. Posibilidad de soñar queriéndose a uno mismo, luego relatos para la autoestima cultural localizada: una pantalla como página social de los deseos de pobre.
9. Lo que sabemos, lo sabemos entre todos: contó el maestro Jesús MartÃn-Barbero que se decÃa en su pueblo.
Si queremos hacer televisión que le sirva a la gente, debemos recuperar con admiración y dignidad a la gente y sus estéticas: ponerla en pantalla, celebrarla en sus modos de ilusión, contar sus expectativas, aumentar su autoestima, hacerla protagonista de sus historias. Y lo privado-mercantil-burgués-imperialista lo hace: no impone su cultura (se la quedan para ellos), usan los códigos estéticos de lo popular para producir medios de comunicación populares, he ahà su éxito y su perversión: ganan el alma de la gente al reconocerle, celebrarle y exponerle sus estéticas, pero lo hacen solo por negocio y para mantener al pueblo en su lugar, no permitirle transformar y rebajarlo solo por el rating. La rebeldÃa televisiva serÃa tomarse en serio lo popular para ganar dignidad, ampliar reconocimientos, provocar innovaciones y romper el monoteÃsmo estético-idelógico made in USA.
Para innovar, hay que comprender lo popular más de desde sus rituales que desde los contenidos, por eso es muy importante cuando se hace televisión pensar en el vÃnculo y pertenencia narrativa de la gente. Y la narrativa se hace de géneros y formatos. AnalÃticamente asumo que los géneros en televisión hacen referencia al "tono de contar" o "modo de resolver los conflictos": épica, tragedia y comedia (géneros griegos); drama, melodrama y suspenso (géneros modernos); superhéroes, antihéroes y psicológicos (géneros posmodernos): asumo que con estos nueve tonos se resuelve toda la dramaturgÃa televisiva, lo demás es asunto de formatos.