Para Bellour, el avance que las teorÃas del cine alcanzaron en los años setenta posibilitaba una aproximación más minuciosa a las pelÃculas, una investigación metodológicamente más severa y la superación de lo que hasta entonces se conocÃa como crÃtica de cine, de carácter impresionista y de dudosa precisión. De la misma forma como se procesaba el análisis de textos literarios (y en menor escala también de obras de artes visuales), el análisis de pelÃculas podrÃa beneficiarse de las últimas conquistas de la semiótica, del psicoanálisis o de las ciencias cognitivas para proponer una nueva forma de abordar los filmes. Bellour considera el análisis sintagmático realizado por Christian Metz y Michèle Lacoste -publicado por primera vez en Image et Son, n. 201, enero de 1967, y posteriormente republicado en Essais sur la signification au cinéma (1968)- de la pelÃcula de Jacques Rozie Adieu Philippine (1962): "el primer análisis sistemático producido sobre una pelÃcula observada en la mesa de montaje, plano por plano, o tal vez segmento por segmento" (Bellour, 1979: 17).
El tiempo pasó, las exageraciones sobre los abordajes estructuralistas fueron debidamente discutidos y hoy en dÃa ya no se pone tanta fe en una lectura "inmanente" del texto, que terminó, en la mayorÃa de los casos, desembocando en un formalismo estéril o poco útil para un examen amplio sobre la importancia de una obra en determinada época o en determinada colectividad. Sin abdicar aún del examen minucioso de la realidad material de la obra y sin dejar de lado la elocuencia mayor o menor con la que la obra moviliza los recursos de lenguaje del medio invocado, ahora también son considerados el contexto en que una obra es producida y consumida, los marcos económicos, ideológicos y psicológicos que orientan la "lectura" que se hace de ella y la medida de su alcance.